La mente es una energía universal y cósmica cuya percepción resulta altamente confundida por el humanoide, partiendo del error más palpable como es el considerar que nuestro cerebro sea la mente, llegamos obviar que el intelecto sea totalmente incompetente para conocer las verdades existenciales.
En tal caso, debe apreciarse que nosotros ni tenemos, ni somos, mente, sino que participamos de la mente universal, lo cual tampoco constituye una gran satisfacción, desde el momento en el cual, a su modo, animales también participan del mundo de la mente.
Debe recordarse que la mente es el borrico en que montó Jesucristo en su entrada a Jerusalén.
La percepción ordinaria de las cosas se lleva a cabo a través de diferentes medios: intelecto, razón, memoria, mente y ego.
El intelecto es la facultad de nuestra comprensión, por medio de la cual captamos aspectos mentales y elaboramos ideas y conceptos. Interesa subrayar que el intelecto no constituye la facultad más importante para dominar la mente.
Hoy en día se sobreestima al intelecto, considerándolo la base de todo, por cuanto que todo pretendemos comprenderlo con el intelecto, sin considerar que, aunque nos empecinemos contumazmente, no descubriremos verdades que a él no le corresponde percibir, ni comprender
La memoria, por su parte, representa la rememoración del pasado muerto, dado que sólo contiene las experiencias vividas, datos a los que, por otra parte, nosotros concedemos exagerada importancia, a pesar de que, notoriamente, se comprueba, un día sí y otro también, que la memoria es infiel y que, además, deforma las cosas.
Ninguno de estos medios nos permite alcanzar la verdad objetiva, quedando, por consiguiente, nuestro conocimiento limitado en el ámbito de la verdad subjetiva.
Únicamente se podrá conocer la verdad, desarrollando los órganos de cognición superiores.
Usualmente, la mente se puede utilizar en tres formas, o aspectos, según se procese en nuestro cerebro:
- mente sensual: se nutre exclusivamente por los datos aportados por los cinco sentidos, con lo cual constituye el instrumento fundamental de los materialistas.
Este tipo de mente resulta ser propia de personas simples, dado que sólo conceden rango de verdad a lo que perciben a través de los sentidos (sin considerar siquiera que los cinco sentidos, incluso en el supuesto de no padecer ninguna atrofia o impedimento, son muy pobres para comprender la realidad de las cosas, puesto que cada día disponemos de menos sentidos y más empobrecidos
Este tipo de mente debiera ser utilizada exclusivamente, por el intelecto, en su órbita adecuada, es decir, la que nos sirve para vivir en este mundo.
En los evangelios se nos previene contra su imperio con la expresión del cuidado a disponer con la «levadura de los saduceos».
- mente intermedia: constituye, por su parte, la «levadura de los fariseos», es decir, la fe (dogmática) que se limita a ‘creer o no creer’, dado que se especula con todo, con Dios, pero, en definitiva, no se trabaja en sí mismos.
Este tipo de mente suele ser utilizada por personas algo más cultivadas, quienes, superando un tanto, las percepciones básicas, llegan a interrogarse sobre las grandes causas de la existencia, manifestando interés por el estudio y la indagación.
Generalmente, estas personas suelen tender a caer hacia la manifestación científica, es decir, al uso del los sistemas inductivo y deductivo, concediendo rango de realidad a sus conclusiones.
En otra vertiente, quienes no se hayan orientado hacia el cientifismo, tenderán a orientarse hacia el carácter religioso, limitándose, en tal caso, a creer a través de los dogmas de fe, deducidos personalmente, o impuestos por determinada doctrina o sociedad.
- mente interior: resulta ser la mente en sentido estrito superior. De naturaleza íntima señala verdadera sabiduría para ‘pensar’ psicológicamente en forma superior.
Este tipo de mente debe ser creado por la persona, cuando, en virtud de la muerte mística, se aplique el Sentido de las Percepciones Cósmicas. Tal sentido sólo se va formando a través de la autobservación. En este caso, al principio se vive en un mundo exotérico, alcanzándose gradualmente el esoterismo, a través del recorrido realizado por el mesoterismo
Debe tenerse en cuenta que los aspectos psicológicos de esta mente presentan una entidad absolutamente real, y de ineludible exigencia para la manifestación del Ser. Y, para su consecuencia se requiere una enorme fe, paciencia, y perseverancia en la lucha.
Este tipo de mente era de uso frecuente entre los atlantes y los lemures, quienes apreciaban las percepciones cósmicas sin pensar, comenzando su degeneración, precisamente, cuando comenzaron a ‘pensar’.
Generalmente, la mayoría de las personas utilizamos la mente sensual o, como mucho, la mente intermedia, dado que, en muy escasa medida, se encuentran mortales decididamente dispuestos a llevar a término los tres factores para despertar Conciencia: morir, renacer y sacrificio por la humanidad.
Una vez en esta intención, sí nos encontraremos en disposición de alcanzar la iluminación, la cual se logra por tres propiedades inherentes a la mente interior: imaginación, inspiración e intuición.
Según lo anterior, interesa señalar que, si desligamos el conocimiento gnóstico de la vida real, si no lo encarnamos en la práctica, no nos beneficiaremos de tal conocimiento, más que desde un aspecto meramente intelectual.
Por consiguiente, una vez comprendido que nosotros no somos la mente, sino que, a través de nuestro cerebro, participamos de la mente, podremos descifrar que, únicamente, codificamos impresiones externas, de modo que el conocimiento universal resulta ser transformado en conocimiento subjetivo.
En consecuencia, se concluye que la verdad no es igual a nuestros conceptos, únicamente debidos a nuestra forma de pensar. Así, no debe extrañar que, por muy formada intelectualmente que se encuentre una persona, atendiendo a que en la escuela no se enseña a comprender, la humanidad deba aprender a vivir.
Lo anterior determina que, actualmente, exista una gran inmadurez, dado que todos huimos de sí mismos y nadie se quiere hacer responsable de sí mismo, lo cual, a su vez, nos vuelve esclavos de nuestra propia mente.
Ello, junto con la imposición educacional que sufrimos (cuando nos imponen continuamente qué y cómo pensar), termina de configurar que este sea un mundo de maya.
De este modo, podemos observar a muchas personas que, utilizando inapropiadamente la mente, sólo alcanzan el conocimiento del fenómeno de las cosas, y nunca del noúmeno, de su esencia, lo cual impide, de por sí, alcanzar el conocimiento real, sino, a lo más, una parte y, probablemente, en forma deficiente.
Así, se concluye que la apariencia de las cosas viene expresada por el yo, mientras que, por su parte, es el Ser es quien nos ofrece el noúmeno de las cosas.
Según lo antedicho, no debe extrañarnos que cada día exista menos Conciencia en el mundo, por cuanto la expresión más frecuente sea de los yoes, continuamente justificados, por el hombre y por la sociedad, aunque el mundo sea un verdadero desastre.
En tal caso, la expresión de las personas será la de ‘sinceras equivocadas’ y, en el peor de los casos, la manifestación de la evidente mala fe, señalada, por ejemplo, por quienes, evidencien, en sus dichos, en sus escritos, o en sus actos, no reconozcan tal evidente realidad y, en cierta medida, gusten de confundir (con las intenciones que ellos sobradamente conocen) a quienes, legítima y sinceramente, pretendan actuar bajo los auspicios de la mente interior.
Esperamos de esta exposición que contribuya a ayudarnos considerar las apreciaciones de los intervinientes en las listas, en lo que merecen, valorando con precisión nuestro anhelo y no dejándonos confundir por ‘otras sintonías’ que, a no dudarlo, cuando menos, refuerzan la equivocada manera de existir.
Agradeciendo su atención, al tiempo que exhortamos al trabajo interno, y al estudio y a la práctica de la doctrina gnóstica, con sinceridad y con fidelidad, remitimos a todos ustedes un fraternal saludo.
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